Orando a María Auxiliadora

Enséñame, oh María Auxiliadora, a ser dulce y buena en todos los acontecimientos de mi vida; en los engaños vividos, en la falta de cuidado de los demás, en la falta de sinceridad de aquellos en los que creía, en la deslealtad de aquellos en los que confiaba.

Ayúdame a olvidarme de mí mismo para pensar en la felicidad de los demás; a ocultar mis pequeños sufrimientos de tal manera que soy el único que los sufre.

Enséñame a beneficiarme de mis sufrimientos, a usarlos de tal manera que me ablanden y no me endurezcan o amargen; que me hagan más paciente y no irritable; que me hagan generoso en mi clemencia y no estrecho y despótico.

Orando a María Auxiliadora

Que nadie sea menos bueno, menos amable, menos noble ni menos santo por haber sido mi compañero en este viaje hacia la vida eterna. Amén

Santísima Virgen María que fue constituida por Dios como Auxiliadora de los Cristianos, te elegimos como Señora y Madre de esta casa, y te pedimos que nos muestres tu poderoso auxilio, preservándonos de la peste, el fuego, el agua, los rayos, las tormentas violentas, los terremotos, los ladrones, la guerra y todas las calamidades que conoces.

Bendice, protege, defiende y protege como tuyo al pueblo que habita esta casa, presérvanos de todas las tragedias y accidentes y concédenos sobre todo la gracia más importante: evitar el pecado.

Oh María Auxiliadora de los cristianos, ruega por todos los que vivimos en esta casa, que te hemos consagrado para siempre! Amén

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